Martín Tovar y Tovar (1827–1902) es considerado la figura más influyente del arte venezolano del siglo XIX, principalmente por su papel en la creación de una identidad visual para la joven república. Nacido en Caracas, inició su formación con Carmelo Fernández antes de trasladarse a Europa en 1850. Sus años formativos transcurrieron en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, bajo la tutela de José y Federico de Madrazo, y más tarde en París en el taller de Léon Cogniet. Esta educación europea le dotó del rigor técnico del neoclasicismo y el romanticismo, que luego emplearía para documentar los momentos históricos más épicos de Venezuela.
Más allá de su destreza con el pincel, Tovar y Tovar fue un visionario de la infraestructura cultural. En 1865, fundó uno de los primeros estudios de fotografía profesional en Caracas, "Fotografía Artística", demostrando un interés temprano por las tecnologías visuales modernas. También se desempeñó como director de la Academia de Bellas Artes de Caracas, influyendo en una nueva generación de artistas. Su compromiso con el Estado lo llevó a proponer la creación de un Museo Nacional; aunque el proyecto enfrentó obstáculos financieros, sentó las bases conceptuales para futuras instituciones como la Galería de Arte Nacional (GAN).
Su legado más perdurable es la monumental serie de encargos para el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo en Caracas. Entre 1873 y 1888, bajo el mecenazgo de Antonio Guzmán Blanco, produjo una galería de próceres de la independencia y su obra maestra: La Firma del Acta de Independencia (1883). A esto le siguió el inmenso mural para la cúpula del Capitolio Federal, que representa la Batalla de Carabobo (1887), una obra que cubre aproximadamente 458 m2. Estas pinturas transformaron la sede del gobierno en un panteón nacional, consolidando la iconografía de la gesta emancipadora venezolana.
En sus últimas décadas, Tovar y Tovar se alejó de la grandiosidad histórica para dedicarse al estudio íntimo de la naturaleza. Se convirtió en pionero del paisajismo venezolano, enfocándose en el litoral de Macuto y el valle de Caracas. Esta transición de un academicismo rígido hacia un estilo más fluido y atmosférico sirvió de puente vital para el Círculo de Bellas Artes, el movimiento que modernizaría el arte nacional posteriormente. Falleció en Caracas en 1902 y, en 1983, sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional, un honor que refleja su estatus como el "Pintor de la Patria".
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