Mirna Salamanqués
Pintora. Hija de Humberto Salamanqués y Carmen Escobar. Al concluir sus estudios de secundaria, en 1964, se inscribe en la Escuela Cristóbal Rojas, de donde egresa en 1967. Este mismo año coordina la Galería Ángel Boscán y expone, en la Galería Polo & Bot (Caracas), obras inspiradas en el libro Crónicas marcianas de Ray Bradbury. Al año siguiente viaja a Francia, Austria, Bulgaria y Checoslovaquia como delegada de la Dirección de Cultura de la UCV. Entre 1962 y 1968 realiza obras con tinta china, pastel, acrílicos y pasta de modelaje para representar ciudades del futuro. En 1969 elabora ensamblajes bidimensionales para los cuales utiliza juguetes plásticos, maquetas para armar carros, barcos y motos. Ese año es becada por el Inciba y viaja a París, donde trabaja en el taller de Jesús Soto y estudia grabado en la Escuela Superior de Artes Decorativas con Yves Heude (1969-1970). Asimismo, el gobierno francés le otorga una beca por un año (1970) y luego continúa estudios de arte mural (1972-1974) con el artista Rohner. Hacia 1970 aplica a sus ensamblajes pintura en aerosol, creando sellos que expresan figuras mecánicas esfumadas sobre papel, tela y madera. "Los Ensamblajes son una especie de módulos que se usan con ayuda de pintura en envases de aerosol, para crear una pátina especial, y una presencia semifantasmagórica de las formas. El procedimiento permite unos logros muy efectivos: cuando se registra un mayor esfuerzo porque los módulos se integren con la pintura y el ensamblaje resulte un efecto, coherente" (Guevara, 1975). A partir de 1971 trabaja con relieves, realizados con juguetes adheridos a la madera que sumerge en una pasta blanca para simular fósiles. En 1972, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París adquiere su obra Ensamblaje 333 (acrílico sobre tela, 120 x 120 cm) y en 1973 recibe el premio de pintura del Crous por su obra Tissu mécanique. En 1980 expone en la Sala Cristóbal Rojas de la Embajada de Venezuela en París su serie Los habitantes y el espacio. A comienzos de 1982 realiza su primera obra integrada a la arquitectura en un restaurante caraqueño: 113 paneles de 3 x 1,2 m cada uno, conformados por bastidores forrados en tela de lino preparada y pintada a pistola con esmalte de aceite. La artista empleó 25.000 objetos minúsculos para realizar 113 composiciones diferentes. Cuando la tela era rociada con pintura, los objetos dejaban sus huellas: en cada punto se formaba una gota de color; se calcula que la obra tiene unos dos millones de puntos que componen racimos de estrellas que flotan en un universo de matices. A finales de este año viaja a Estados Unidos donde realiza estudios de comunicación, lingüística y sinergia; en esta etapa aplica una nueva técnica a su obra, interviniendo los espacios difuminados con gruesas pinceladas y gotas de color. En 1984 presenta exposiciones individuales en la Galería Graphic/CB2 (Caracas) y en la Sala de Exposiciones del Concejo Municipal de Maracay. Funda el Instituto Vivir Creando (1989-1992) e incorpora mantras y formas caligráficas ilegibles a sus obras. Funda el Círculo Internacional de Coleccionistas en París (1992-1993) y durante su estadía de trabajo en la Cité des Arts desarrolla las series Nueva Era y Símbolos del camino radiante. Desde sus inicios hasta el presente, ha experimentado con diferentes procedimientos, entre los que destaca el uso de diversos recursos adicionales, como las plantillas, los módulos y las tramas, un lenguaje de vestigios y resonancias, finamente estructurado con su propia cohesión interior.
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